José Luis Rocha, en su conferencia “Narrativas orales: dilemas, problemas y pluralidad de soluciones”, aborda los desafíos y las diversas soluciones asociadas con el uso de narrativas orales en la investigación académica. El autor enfatiza la importancia de entender estas narrativas en su contexto más amplio, considerando no solo la historia, sino también otras disciplinas como la comunicación y el periodismo.
Videoconferencia de Expertos en Historia Oral: Cicatrices de La Memoria
02 de septiembre del 2022
NARRATVAS ORALES: DILEMAS, PROBLEMAS Y PLURALIDAD DE SOLUCIONES
Por José Luis Rocha, PhD
Voy a hablar un poco de los dilemas, problemas y pluralidad de soluciones que se presentan en esto de las narrativas orales.
Lo primero que tengo que aclarar es que estoy usando este el concepto este de narrativas, historias orales, etc., en el sentido laxo en el que se ha hecho esta invitación “Compartir experiencias en el uso de narrativas orales como herramienta de investigación académica en diferentes ramas de la ciencia”. Aquí incluyo, pues, las ciencias de la comunicación también, porque verán que algunos de los ejemplos que voy a poner son del periodismo propiamente dicho. Pero también creo yo que vale la pena tener en cuenta los muchos esfuerzos que se han hecho en ese terreno. Voy a poner a veces algunos ejemplos sobre textos específicos. He tratado de mencionar fundamentalmente textos nicaragüenses, en parte para hacer un recorrido, un dar, una visión panorámica para los que estén menos familiarizados con el tema. Algunas veces los van a ver. Unas van a servir como ejemplo negativo. El hecho de que lo ponga como un ejemplo negativo no significa que tengo una valoración general negativa sobre ese texto. Todo lo contrario, absolutamente todos los textos que aquí van a ser aludidos son textos cuya lectura recomiendo muy encarecidamente. En esto de las narrativas orales, como hemos visto en varias de las presentaciones, se han presentado algunos de los problemas y exigencias técnicas, medios y condiciones de acopio éticas, las relaciones asimétricas, la devolución, la violencia simbólica, el tema de la seguridad se abordó también en la presentación del doctor Ortega, el respeto a la privacidad también es otro tema, etcétera. Yo no me voy a ocupar de eso, me parecen áreas importantes y en este sentido espero que mi presentación sea un poco complementaria de lo que acá se ha dicho.
Voy a ocuparme más del de los textos de narrativas orales en cuanto texto, precisamente. El esquema que voy a seguir es muy simple. Primero voy a abordar los problemas que tienen que ver con el tema de la representación, la presunción de representación de los textos. El segundo, el de la relación entre el que existe, entre el hecho de que haya un autor culto y una fuente popular, esa asimetría creo que el doctor Gould mencionó en el capital cultural, finalmente, voy a proponer algunas otras soluciones generales además de las que vaya presentando como ejemplificación de las soluciones a las que han llegado distintos autores de las respuestas o abordajes específicos que han dado distintos autores entes estos problemas y dilemas. El asunto es que existe en los textos la pretensión de representar una realidad. Eso es una pretensión de la historiografía en general. Pero por supuesto, la historia oral, las narrativas orales, muchas veces presentan textos que quieren ser una transposición literaria de los hechos, de hechos objetivo, y no pretenden ser meras opiniones, leyendas o transcripción de rumores de algo que sea de visiones predominante. En ese sentido, existe una especie a veces como de populismo positivista en el sentido de que se pretende que el hecho de transcribir vivencias que la persona experimentó les confiere un estatuto epistemológico de hecho que tiene más objetividad. Pero cómo sabemos, esto tampoco ocurre en el lenguaje culto. Es decir, las Memorias de Voltaire (Voltaire, 2004) no son un recuento más preciso de la vida de Voltaire que muchos de los estudios como el de John Morley (2014) que se han hecho sobre esta vida. Pues entonces no, no es eso lo que les confiere. Por eso sigue siendo conflictiva esa pretensión. Hay textos como este Y se Armó La Runga (Instituto de Estudio del Sandinismo, 1982b), el que recoge el tiempo de la insurrección narrativa sobre la insurrección en Masaya en el 79. Ahí, por ejemplo, en la en la introducción se dice que recoge y presenta de manera sistemática. Se dice que estos testimonios describen fielmente la situación y que el pueblo en esos testimonios manifiesta su concientización política y su capacidad de análisis. Lo pongo solo como uno de los ejemplos de la pretensión de objetividad. Luego tenemos este texto también muy bueno de Sergio Ramírez, el que recogió el testimonio del comandante Francisco Rivera Quintero (Ramírez, 1989). Se las narró a él sumaron 17 horas de conversación y ahí se dice, por ejemplo, que la veracidad de los hechos permanece intocada a lo largo de la narración, porque se trata de un testimonio vivo, sin mácula, de adorno o acomodo. Los recuerdos del protagonista fluyendo incansables para registrar nombre, fecha de batallas, acontecimientos, certidumbre, vicisitudes, etcétera, etcétera, Entonces, estos son solo dos ejemplos, pero se podría citar muchos más de la pretensión de objetividad. El problema es. ¿qué representan que representan los testimonios que tenemos sean recogidos en bloque, como en este caso de la Marca del Zorro o sean una especie de collage como el de Y se Armó La Runga? Para algunos las críticas que se han hecho es que son meras percepciones, pura subjetividad. Incluso un historiador tan acreditado como Eric Hobsbawm dice que la memoria es frágil, que sirve para seleccionar, pero que es mala para preservar los hechos (1999). Aparte de esto, se carga con la crítica proveniente del marxismo, en el sentido de que los sectores populares, fundamentalmente lo que transmiten, es el sentido común que está cargado de prejuicio. En la presentación del doctor Gould vimos cómo sus fuentes imputaban la masacre del 32 a los comunistas. Ese es un ejemplo muy bueno sobre sobre cómo esto ocurre y que la crítica no carece de base. Por otro lado, también algunos lo solucionan pasando de la obsesión positivista a una especie de nominalismo puro, y entonces dicen para, defenderse: bueno, aquí lo único que se representa es lo que la gente piensa, lo que experimentó la vivencia, y la vivencia es parte de la realidad, no es toda la realidad, no la agota, pero es una parte de los hechos tal como se vivieron. Desde la Antropología se ha tratado de solucionar este problema con la combinación de lo que llaman el enfoque Emic y el enfoque Etic, siendo el primero el que recoge la visión del participante del que experimentó la situación y siendo el enfoque Etic el que recoge otros datos como estadísticas, etcétera, que son complementaria a lo otro y con las que se puede cotejar si lo que da la investigación cualitativa y las entrevistas es representativo. Aparte de eso, también busca la observación participativa, es decir, la inmersión del antropólogo en la situación que va a investigar para también comparar su experiencia con la de los entrevistados. Pero desde la perspectiva de los que tenemos como resultado, siempre enfrentamos problemas que no han sido superados, es decir ¿Qué hacer? Tomar las declaraciones a su valor facial y decir: ahí tenemos el problema de que por un lado, a veces los informantes actúan o sobreactúan.
Se ha criticado el trabajo de Oscar Lewis (2019). Una de las primeras críticas que se le hizo es que él recoge los estereotipos sobre los pobres y que lo que hicieron sus informantes fue como actuar y a veces hasta sobreactuar los estereotipos de la pobreza, porque querían complacer, un poco como lo que aparece en la viñeta aquí, del chiste de los aborígenes de un lugar donde aparecen escondiendo todos los electrodomésticos porque vienen los antropólogos y los tienen que encontrar en la situación que ellos presumen que es propia de este grupo de personas. Entonces, tenemos ese problema, actuación sobre actuación, y tenemos el problema también del sesgo de los informantes. Por ejemplo, la excelente Memorias de La Lucha Sandinista, que fueron recopiladas con base en sesiones radiales grabadas por Mónica Baltodano (2010). Tienen el problema también de que nunca se confrontó, por ejemplo, a unos informantes con otros. Es decir, ahí se recoge uno y otro y otra versión. Pero nunca fueron presionados para cuestionados sobre datos o sobre quién protagonizó esto o aquello, etcétera. Solo se recoge el relato en un plan no conflictivo, y cada uno va, aprovecha, imprime el sesgo y se presenta con todo el heroísmo que quiere desplegar. Ahí van de todos los bandos. Hay que tener en cuenta también el asunto de que el sesgo, que es permanente, que apuntaba yo, el sesgo, además, puede cambiar muchísimo con el tiempo. El sesgo depende un poco de la persona que está haciendo el trabajo, la persona que está entrevistando. Por ejemplo, tenemos entre otros trabajos de esto de memoria oral. el trabajo de Teófilo Cabestrero, que hizo mucho de este tipo de memoria oral sobre el asesinato de Felipe y Mary Barreda, un matrimonio cristiano y revolucionario de Estelí, que fue torturado y asesinado por miembros de la contrarrevolución armada (Cabestrero, 1985). Por otro lado, tenemos años después el trabajo de Alejandro Bendaña (1991), donde va en otra línea; este trabajo demoniza a los miembros de la resistencia y el otro trabajo presenta como esa a la resistencia armada. Además ya se le llama resistencia y no contrarrevolucionario. Se emplea otro apelativo y se habla de que el origen son las malas políticas, los abusos de poder, etcétera, etcétera. Dos libros escritos en dos épocas distintas con temas que se traslapan no son exactamente el mismo, pero donde se nota, pues que la selección que se hace de los informantes puede producir una visión tremendamente distinta e incluso opuesta de lo que se tiene.
¿Cuáles son las soluciones entonces, ante todos estos estos problemas? ¿Cuáles son las soluciones que se han presentado? Pues una es la solución del relato coral. Eso es lo que hace Svetlana Alexsiévich, por ejemplo, en su libro Chernóbil (2015b), donde presenta distintas voces y a veces incluso es una especie de entrevistas colectivas, como collage de las narraciones que están engarzadas en un mismo capítulo y que son casi como una especie, como se dice en algún momento: de coro griego. El libro este de Y Se Armó La Runga también es una especie de relato coral, pero tanto uno como otro tienen el de Chernóbil, la visión exclusivamente de las víctimas y el de Se Armó La Runga de los protagonistas de la insurrección armada. En cambio, creo que el relato coral, que es El Fin del Homo Soviético (2015a) es, en este sentido, un trabajo bastante mejor logrado, porque sí presenta los distintos puntos de vista, realmente con un abanico inmenso frente a las valoraciones que hay ahí sobre lo que fue la Unión Soviética.
Otra de las soluciones es el procesamiento como fuente de legitimidad. Tenemos al antropólogo Ricardo Falla que está sacando esta su colección que se llama El Atardecer de La Vida (Falla Sánchez, 2013), varios de los volúmenes recogen el análisis de cómo fueron las masacres y predominan fuertemente los testimonios orales, aunque estos no fueron grabados, fueron recogidos a mano por las circunstancias en las que fueron recogidos durante los seis años en que el autor acompañó a las comunidades de población en resistencia. Pero él no se limita a presentar el relato oral sino que va insertando su análisis, el ordenamiento, hay un cotejo de fuentes, etcétera. Entonces, de ahí viene la legitimidad, de ahí viene la pretensión de ser, un texto más objetivo.
Otra forma de hacerlo es como hizo Sergio Ramírez con la transcripción de las memorias, en parte escrita, pero muy, muy mejorada y trabajada. En las Memorias de Abelardo Cuadra (1977), Sergio Ramírez tuvo lo escrito, lo mejoró, lo cotejó con información que podía ser más fiable. Aparte de eso, tuvo largas entrevistas con el autor, que él insertó también para dar lugar a este texto final. Entonces, de nuevo hay la fuente de legitimidad, la pretensión de que se está reflejando más objetivamente la realidad viene de un procesamiento de la información.
Otra solución, finalmente, es la de circunscribir el alcance hasta dónde llega el texto, qué es lo que quiere presentar el texto. Entonces tenemos aquí el texto de Claribel Alegría y su esposo Darwin Flakoll, sobre el ajusticiamiento de Anastasio Somoza Debayle (1993). Este texto se basa exclusivamente en entrevistas de las personas que participaron en el comando que asesinó a Somoza Debayle. Ahí no se pretende nada más que presentar exclusivamente lo que ese comando experimentó. Otro ejemplo que pongo es La Noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska (1971), donde también los hechos están circunscritos a lo que experimentaron las personas, aunque este es un relato coral también y bastante más amplio, y no abarca solamente la noche de Tlatelolco, pero sí es un texto que se circunscribe su alcance a los hechos de esa masacre y cómo lo vivieron distintas personas, no solamente los que estuvieron ahí, sino otros mexicanos también. Hasta ahí me quedo con la pretensión del reflejo de la realidad. Voy a volver un poco sobre eso en la última parte.
Después está, en segundo lugar, el tema de la relación entre la lengua culta y la lengua popular. Tal como dijo el doctor Gould, hay una diferencia en el capital cultural de los que están recogiendo el material, haciendo acopio y procesándolo, y la fuente; Normalmente, no siempre. Porque hay también historia oral que podríamos llamar de élite, entre estos dos trabajos de Teófilo Chávez: Ministros de Dios y Ministros del Pueblo (1986), y Revolucionarios por El Evangelio (1983), son trabajos de historia oral. Pero los entrevistados son personas de un nivel cultural alto que puede ser igual o superior al de quien estaba haciéndoles las entrevistas. Pero es cierto que normalmente existe más una relación entre la historia oral y la historia desde abajo. No siempre toda historia, desde abajo es historia oral, ni toda historia oral es historia abajo. Pero si, han caminado bastante de la mano. En este sentido es un problema el de esa relación, de esa asimetría cultural entre informante y copiador de la información.
De la historia desde abajo a la historia oral de los sectores populares, Primero, la historia desde abajo se basaba en censos, registros de nacimientos, registros de bodas y de defunciones, también libros de contabilidad, etcétera. En determinado momento es que se pudieron empezar a recoger información sobre las cosmovisiones. Uno de los textos, que recoge información más vieja, recoge información del siglo XVI de algo que podríamos llamar historia oral, es el de Carlos Ginzburg (1992), un clásico ya del que solo acusaron, se basa en este caso en las transcripciones que hizo un tribunal de la Inquisición de las declaraciones del Molinero que están ahí. Era una forma de llegar al sector popular, pero no era una forma directa. Eran, las palabras de un miembro, de una clase subalterna, pero pasadas por el tamiz de las personas que estaban. Que tenían un cierto nivel cultural. Es hasta ahora siglo XX que tenemos las posibilidades, los medios, etcétera, para recoger realmente la cosmovisión y las palabras. Ahí es donde surge el problema. En el asunto de la fidelidad a la palabra del informante. ¿Cuál es el límite que debe haber al decirlo en sus propias palabras? Un asunto que se presenta, sobre todo en el caso de los textos escritos. Está el asunto de los anacolutos, repeticiones y falta de concordancia que también son propias de los hablantes cultos, no solamente de los hablantes populares, pero que se presentan quizás a veces en mayor medida en los hablantes populares. Pero también están los asuntos de idiosincrásicos, que a veces se manifiestan de manera bastante acentuada en los hablantes populares. Entonces, las personas que se dedican al asunto de la narrativa oral tienen que verse ante el dilema de: ¿Hacemos una transcripción lo más literal posible o hacemos una transcripción maquillada? Las soluciones de algunos que han hecho, está la transcripción que podríamos llamar respetuosa, donde van poniendo todo aparece ahí, como dijo en los anacolutos, las faltas a la sintaxis, etcétera. No pongo ningún ejemplo porque prometí, como dije, solamente poner ejemplo de textos que recomiendo, pero sí abunda bastante este tipo de trabajo que respeta absolutamente el hablar y entonces hace transcripciones completamente literales donde van todo, pues las repeticiones, etcétera.
Existe también el transcriptor de alta intervención. Aquí vemos tres ejemplos muy buenos de textos magníficos: Piezas Para un Retrato, de María López Vigil (2011); la biografía de Leonel Rugama (1989), también una biografía coral de Teófilo Cabecero; y el que ya había mencionado, La Marca del Zorro, de Sergio Ramírez (1989). En los tres, uno puede leerlos y uno nota el peso de la pluma del transcriptor. Uno nota que eso fue pasado por una edición fuerte, agresiva y donde uno nota los modismos, los giros, etcétera de los transcriptores y desaparece el lenguaje popular, desaparecen la pluralidad de voces, se puede notar algo, sobre todo en los que son corales como Piezas de Un Retrato y Leonel Rugama, pero uno sabe, uno nota pues está la pluma, plumas muy buenas allí, fuertemente agresivas en su intervención.
Existe también el otro, en el que han optado por la traducción libérrima, el caso de Roque Dalton, que tuvo unas largas sesiones con Miguel Mármol para que le relatara los sucesos del 32 y en general, su vida (2012). La tuvieron en Praga. Pero Roque Dalton no grababa, anotaba poco y después de sentarse horas con Miguel Mármol, se iba y escribía, y escribía, y escribía. Es decir. Y entonces por supuesto que se nota ahí todavía más que en el caso de la de la de la transcripción agresiva se nota mucho más la pluma, el poder del peso de la pluma.
Está la solución del texto híbrido como este, como el de Svetlana Aleksiévich, que lo que hace es lo que le habían sugerido a Jeffrey Gould que “Póngase usted”, “Métase usted”, “Hable usted”. Eso va haciendo Svetlana Aleksiévich, de vez en cuando mete sus reflexiones, sus consideraciones y después vienen las de sus entrevistados y va alternando con mucho más peso de los entrevistados, por supuesto. O está la solución de Porque Siempre Viven Entre Nosotros (Instituto de Estudio del Sandinismo, 1982a), sobre la insurrección en Nicaragua, que es ya un texto donde no están las voces propiamente dichas, sino que a pesar de que de haberse basado en el acopio de muchas entrevistas y de las versiones de diversas personas, ahí ya está sintetizada la información, ya no aparece propiamente la voz de los entrevistados, sino pasado por el tamiz, aunque tratando de que exista una menor intervención. Pero la voz propia queda borrada.
Está también la prueba del texto, que es lo que yo consideraría, que es algo que tenemos que pensar a la hora de valorar todos estos dilemas y problemas que se presentan con estas narrativas o historia orales, si le quieren llamar así.
Parto de la consideración de Clifford Geertz (1989) de considerar al antropólogo como autor, y podría decir entonces en ese sentido que hay que considerar a los textos de la historia oral o de las narrativas orales como texto, y hay que pensar entonces en qué es lo que se proponen y cuáles son los alcances que tienen y cuál es la naturaleza que pueden tener distintos textos. Lo primero que tiene que hacer un texto, digamos la exigencia, que si no puede eludir definitivamente es algo que tiene que persuadirnos y por tanto, digamos ahí no pesa únicamente la pura sustantividad factual, sino que tiene que jugársela con otra variable: la verosimilitud, que es en la que se debe basar esa persuasión debe ser considerada una variable cultural y una variable que significa que cambia con los tiempos y con los lugares. Tenemos que entender también que es una variable ideológica y como podemos ver, incluso personas que simpatizaron con la revolución, como Alejandro Bendaña escribe posteriormente en los 90, una, una historia sobre la resistencia armada que da un mentís a todo lo que había dicho antes la propaganda oficial. Tenemos también que la verosimilitud es una variable de campo, es decir: en el terreno del pensamiento, no es igual la verosimilitud que cómo se debe reconstruir en el periodismo que en un texto científico, o que en un texto popular o en un texto literario, etcétera. Entonces, según eso, yo creo que hay muchas, muchas variantes y que a veces los textos, digamos en el tema propiamente de la verosimilitud y de fidelidad a los textos de la historia oral que, a pesar de todas las críticas, no quedan tan mal parados. Por ejemplo, decir ahorita, en el momento actual la historia de la Revolución Francesa de Michelet (1898) posiblemente sea más tomada como un reflejo de cómo pensaba un historiador romántico en el siglo XIX. La Guerra Civil en Francia, de Carlos Marx (2017), también es un texto que sirve más para entender cómo se hace un análisis coyuntural marxista, pero no es considerado en este momento ya como un recuento fiel de lo que ocurrió en la Comuna de París. En cambio, La Noche de Tlatelolco (Poniatowska, 1971) sigue siendo, por lo menos todavía hasta ahora, un recuento interesante, tal vez no el único, desde luego, pero muy interesante y bastante más apegado a los hechos que estos dos, a lo que ocurrió ahí en México, en Tlatelolco.
Entonces ahí se puede ver cómo, a pesar de que exista un trabajo, un procesamiento científico puede, dependiendo de la pretensión del texto cómo fue fiel a sus dictados se propuso, puede lograr una verosimilitud mayor, por lo menos hasta cierto momento.
¿Cómo se evalúan los textos? Se evalúan por según lo que pretende. Yo creo que los textos de narrativa oral, como otros muchos también, no pretenden todos lo mismo. Las preguntas importan la consistencia del estilo, los recursos, pero también importa analizar cuál era el alcance que tenía el texto. Por un lado, tenemos textos que buscan entender, es decir, la pregunta por el ¿qué pasó? En ese sentido, ahí sí importa mucho que haya habido un trabajo de cotejo, de fechas, de cifras, de comparar con otras fuentes. Es el caso de Porque Viven Entre Nosotros, porque si, pretende explicar la insurrección, es el caso de los volúmenes, varios de ellos del Atardecer De La Vida (Falla Sánchez, 2013). Porque si quieren explicar cómo ocurrieron las masacres en Guatemala y cuál era la lógica que seguía el ejército y cuáles fueron las reacciones de las comunidades. Es lo que pretende también el libro sobre sobre Somoza, de Claribel Alegría, que también tuvo que hacer un trabajo de cotejamiento, como explica ahí en el prólogo. Pero en ese caso, como digo, pretende entender.
Pero otros textos de narrativa oral pretenden comprender y ahí lo importante es el significado, el porqué. Es el caso, por ejemplo, del Don Dito El Salvador, de María López Vigil (1987), que pretende comprender cómo es la vivencia en determinado momento del conflicto, cuando todavía el conflicto está candente. Es el caso del Queso y Los Gusanos de Carlos Ginzburg (1992), porque lo que trata es de entender la cosmovisión de un molinero del siglo XVI y creo que es el caso también de Oscar Lewis en Los Hijos de Sánchez (2019) y otra de sus obras; porque es entender la pobreza como función.
Pero existen otros textos cuya pretensión es de otra índole también que simplemente mostrar, yo llamaría esto “pretenden un efecto impresionista”. Creo que es el caso de La Montaña es Algo Más Que Una Inmenso Estepa Verde (Cabezas, 1985) y el caso de Miguel Mármol de Roque Dalton (2012). En ambos casos lo que tenemos es un engarzado de anécdotas que dan cuenta de las vivencias de estas personas y tratan de seguir un orden cronológico, pero fundamentalmente lo que hay son anécdotas y a veces se nota el estilo deshilvanado de ellas, que lo que pretenden es ese efecto impresionista sobre el lector. Entonces, yo creo que en los textos hay que valorar también las pretensiones donde se ubican.
Finalmente, quería apuntar también que las narrativas orales son textos de carácter muy variado. También la misma narrativa se compone de textos que son muy variados y los textos tienen usos y tienen géneros literarios. Es decir, uno puede incorporar narrativas orales a un análisis que está haciendo y de repente mete un par de párrafos o algo así porque necesita la implicación de un testigo ocular o una persona, o incluso que fue el protagonista o la víctima, o el hechor, etcétera. Este me parece que es un tipo de texto que no puede ser valorado igual, por ejemplo, que la narración de la experiencia religiosa de una comunidad eclesial o de un pandillero miembro de una pandilla; también pretenden otra cosa, no tienen la misma pretensión de objetividad, por ejemplo, o puede ser simplemente la opinión sobre un suceso, o puede ser un informante que simplemente lo que esté aportando son fechas, número de heridos, el costo de un kilo de cocaína, etcétera. A veces creo que pueden tener más peso, yo la he usado con bastante más peso, por ejemplo, en un libro que escribí sobre la justicia maya. Ahí hay un capítulo entero que inserto, que es con algunos comentarios míos, pero es fundamentalmente una entrevista larga a uno de los expertos en justicia maya. En ese caso, por ejemplo, yo uso ese texto como si fuera oral. Lo uso como si fuera como si estuviera usando un texto de Zygmunt Bauman, por ejemplo, sólo que en este caso es una persona que localmente es acreditada por la comunidad y por la comunidad maya en general nacional, como un experto, como una autoridad en ese tema, de la misma manera que Zygmunt Bauman o Bourdieu, etcétera, o cualquier otro cientista social o Eric Hobsbawm han sido acreditados por una comunidad académica y en ese caso también es un uso distinto.
Al final, creo que los textos se van a tener que enfrentar a la verdad, a la crítica, a reseña, a valoraciones, y eso también va a irles dando su lugar en el juego del conocimiento y en el aporte. El problema que tenemos es que normalmente en Nicaragua existen casi solo dos actitudes o el texto es alabado, sin pretender que tenga ninguna mácula, o es abandonado, como dijeron Marx y Engels sobre su ideología alemana a la crítica roedora de los ratones. Es cierto que no aludir a un texto puede ser una forma de crítica, una forma de ningunearlo, pero es la forma de crítica más perezosa y que no nos dice, no sacamos conclusiones de eso. Desafortunadamente, la reseña en Nicaragua, es vista como una especie de género menor y los cientistas sociales casi nunca nos ocupamos de estar reseñando los trabajos de los colegas. En parte por falta de cultura académica y en parte por evitar conflictos.
Preguntas y Respuestas
Parece que el doctor Rocha no está de acuerdo con la transcripción exacta o por lo menos la publicación de esta. Tal vez es posible hacer disponibles diferentes versiones de texto de narrativa orales, porque la transcripción exacta es muy útil para los análisis lingüísticos. Un área importante en el campo de la narrativa oral.
Mencioné que es una de las opciones, que es una de las soluciones, me parece que podríamos equipararla a algo que había comentado el doctor Gould en su presentación. Así como él dijo que la ventaja de la visión, de tener un medio, un soporte audiovisual, de estar grabando, es que uno puede ver los gestos también de la persona y al final son un aporte para el análisis. Podríamos decir también que las repeticiones, los anacolutos, las formas, las palabras erróneas, etcétera, por supuesto que tienen un valor, pero aquí tenemos que tener en cuenta que no es que depende del texto, es decir, que depende de la pretensión del texto. En algún momento para alguien que está, por ejemplo, dando cuenta solamente del análisis de la insurrección y quiere explicar qué es lo que ocurrió, cómo fue quién se involucró, etcétera, la forma lingüística puede ser irrelevante, en otros casos no, pueden tener un peso gigantesco. Por eso dije que depende de la percepción del texto, depende de para qué sirve, qué es lo que va buscando el texto de la investigación, por supuesto.
Ricoeur en su texto clásico Memoria, olvido e historia (2013), se refiere a la tensión dialéctica entre lo que él llama espacio experimental. ¿Que sería lo relativo a la memoria y el horizonte de expectativas? ¿Cómo ha resuelto usted esa tensión dialéctica en sus trabajos?
¿Cómo valorar el sentido de la objetividad, no a partir de un presente tan condicionado donde el revisionismo histórico es claramente partidario? Entonces, ¿qué condiciones tenemos en este momento para ser lo más objetivos posible y tratar de hacer una revisión histórica que sea, digamos, vaya más a fondo con respecto a todo lo que está pasando y aunque sepamos que no vamos a encontrar las respuestas que necesitamos, pero sí para que permitan mejores elementos de reflexión, o sea, básicamente enfocado en el valor de la objetividad?
Muy interesante el trabajo de los revisionistas en Francia y soy en particular un lector de Fouret. Yo creo que es inevitable que superemos el positivismo primitivo, es decir, la pretensión de que vamos a tener una objetividad total y que vamos a poder desprendernos de todos nuestros prejuicios, desnudarnos de nuestra ideología y lograr presentar siempre los hechos. Yo creo que ahí una de las soluciones que han presentado cuando se enfrentan a esto algunos cientistas sociales y no quieren caer ni en el puro nominalismo, ni en el positivismo puro y duro, vulgar. Creo que una de las soluciones es el tema de la autorreflexión que el sociólogo Bourdieu y también ____ pusieron sobre el tapete y han puesto en práctica y demuestran cómo funciona y que tiene que haber también un auto análisis. A propósito de que sacabas lo de los historiadores franceses, pues es precisamente creo que Georges Duby o Jacques Le Goff, uno de los dos que dice: Es inevitable que uno escriba desde el momento de la época y desde lo que uno es, desde todo el itinerario histórico que carga. Uno puede hacer el esfuerzo, debe hacer el esfuerzo. ¿Cómo se hace? Reuniendo evidencia, reuniendo datos que algunos de los cuales son incontestables. Pero luego el horizonte de las interpretaciones es inmenso, y es ahí donde entra a quién es la persona y creo que él mismo, Jacques Le Goff pone el ejemplo de yo hice antes; hace 40 años no hubiera escrito sobre este tema de la misma manera que lo escribo ahora, y yo creo que eso lo hemos experimentado todos. Yo escribí, a propósito de que sacaba el Dr. Manuel Ortega sobre la Cruzada de Alfabetización, hace unos años un texto sobre la Cruzada y no diría que eso que dije ahí es mentira. Pero si ahora me pidieran otro texto sobre la Cruzada de Alfabetización, creo que, por lo menos mi punto de observación se centraría en otros aspectos distintos. Yo creo que eso es inevitable, que hay una revaloración a la luz de los nuevos hechos históricos, también, por supuesto, de los nuevos instrumentos que uno va adquiriendo y del itinerario propio de cómo uno se va conociendo y de revolución intelectual, pero definitivamente a partir del punto en el que uno está situado en la historia y la evolución que los actores políticos hayan tenido en el ínterin. No digo que uno va a decir algo radicalmente distinto, pero creo yo, por ejemplo, sobre todo, estoy seguro de que me fijaría en otros aspectos. Yo creo que es inevitable. Ahí sí va a haber tensión dialéctica. Creo que entre el nominalismo y el positivismo yo creo que está el positivismo como como un deseo, pero que uno sabe que es imposible y el nominalismo como una claudicación que quiere evitar. La Escuela de Los Anales, por cierto, las últimas generaciones sí se decantaron hacia lo que yo llamo un “Nominalismo Moderado”.
¿Podría ser el recurso ideal o una transcripción libre de esos ruidos como las repeticiones? También sería válida o hasta mejor.
Como dije, las soluciones son variadas y presenté aquí ha llegado uno y a mí me parece que hay que valorarla como más o menos adecuada, dependiendo de las pretensiones del texto. Eso es lo que hace que la transcripción fiel, fiel, literal, que puede ser farragosa y un estorbo en determinado texto, se pueda convertir en algo también impertinente. Pero puede ser que en otro texto que pretende más el habla propiamente campesina y ver el habla de la ciudad etcétera, puede ser muchísimo más importante. Como dije, depende de cuál es la pretensión del texto, no lo descarto, o sea, no digo: no, no se puede. En la mayoría de los casos, en los casos que presenté como ejemplo, si, hubiera sido irrelevante por lo que los textos pretendían. Pero puede ser que en otros no.
¿Cuál sería la mejor metodología a utilizar al momento de documentar o investigar un tema de interés, ya sea histórico o de temas actuales?
No hay mejor metodología, no diría yo que hay una que sea superior a otra. Las ciencias sociales han tenido autores que ya nos han dado prueba de que eso no existe, pues eso no los invalida. Puede ser que haya cientistas sociales que consideren que el trabajo de campo es absolutamente imprescindible y que desprecien a los antropólogos y sociólogos de sillón. Pero Durkheim nos demostró que, basándose casi exclusivamente en los relatos que habían hecho los misioneros que habían ido allende los mares, él pudo hacer un trabajo magnífico que todavía siguió siendo muy influyente. Entonces, yo creo que no hay receta, o sea, decir: Esta es la mejor, la entrevista, la encuesta, la bola de nieve, la observación participativa. No lo creo. Normalmente los autores emplean metodologías con las que se sienten más cómodos. Ha habido trabajos tremendos que defienden la inmersión. Pero también ha habido trabajos como el de Nigel Varney, que ha escrito para burlarse un poco de lo que significa esa inmersión y de lo que significa el trabajo de campo. Está también el diario de Malinowski (1989) donde se demuestra también. Malinowski Es considerado, de hecho, el gran padre del trabajo de campo. Sin embargo, en su diario de cuando estaba haciendo el trabajo de campo, lo que se percibe es que la mayor parte del tiempo estaba recluido leyendo, encerrado en su choza o con extranjeros y no con la persona con la que se supone que estaba haciendo el trabajo de campo. Entonces hay mitos acerca de una u otras metodologías que se han caído y no me meto, digamos en lo del tema de las encuestas, porque creo yo que ya está bastante asentada su falibilidad. Sirven, funcionan, son útiles, son instrumentos. Yo aquí lo considero como, como dice Castells (2004): tanto en la metodología como las teorías son instrumentos, uno debe valorar, dependiendo de qué realidad es la que uno va a conocer y qué se propone con el texto final de cuál de ellas va a echar mano. Por supuesto también importa en cuál de ellas haya sido bien entrenado, y eso no hay que despreciarlo porque tiene que existir también un buen entrenamiento, en cualquiera de estas metodologías no se pueden improvisar esas habilidades.
¿Considera que el revisionismo histórico se ve limitado en gran medida por el paradigma predominante en Nicaragua, que se inclina principalmente al nacionalismo?
Definitivamente sí, estoy totalmente de acuerdo.
Bibliografía Citada
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